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Ayer estaba haciendo un repaso de fotos, bueno más que un repaso estaba intentado organizarlas por años, meses y acontecimientos en un pequeño disco duro que tengo en el ordenador para estas cosas.
Revisando fotos encontré una del año pasado, en ella estamos 4 generaciones de mujeres juntas.
Mi abuela, mi madre, mis dos hijas y yo.
Me puse a pensar en la diferencia de vida que llevamos y que mis hijas llevarán cuando sean mayores e independientes.
Hice un repaso mental que ahora quiero escribir aquí.
Mi abuela, está a punto de cumplir 84 años. Su vida yo la calificaría como "sacrificada", sobre todo sacrificada a su marido, mi abuelo.
Era la tercera de 5 hermanas, vivió la guerra civil en un pueblecito pequeño y según me cuenta lo pasó bien, ellos apenas se enteraron, estaban aislados en el pueblecito, tenían muy poco pero con eso vivían bien, todo según mi abuela, claro.
Me cuenta que no pudo ir al colegio pero que tenía amiguitas mayores, que la enseñaron a leer y a escribir, ella tenía esas inquietudes y aprendió, otras niñas y niños de su generación no lo hicieron, nadie les obligaba a ello así que estudió un poco el que quería hacerlo.
Luego cuando la guerra acabó se fue a vivir a una gran ciudad donde aún hoy vive.
Mi abuela se hizo modista, trabajó muchos años para el corte inglés, hasta que se casó.
Me cuenta que la encantaba coser y luego, cuando salía del trabajo, se iba con sus amigas a merendar.
Un domingo en el teatro conoció a mi abuelo.
Me cuenta muy divertida que era muy gruñón, doy fe de ello, y que se casó con él por pesado, porque no paró de pedírselo hasta que ella accedió, pero mi abuela era mucho más de salir y entrar que él y por eso cuando estuvieron casados a mi abuela se la cortaron las alas bastante.
Por aquellos tiempos se fueron a vivir a casa de la familia de mi abuela, no tenían dinero ni para vivir ellos solos de alquiler, y allí fue donde nació mi madre, la segunda generación de la foto.
Luego al cabo de 8 años, sí consiguieron un piso de alquiler, de esos de renta antigua y se fueron allí a vivir.
Mi abuela durante mucho tiempo, yo diría que durante toda su vida ha seguido cosiendo para otras mujeres, las hacía vestidos y cobraba por ello, sin que mucha gente lo supiera porque era algo así como que el marido no era capaz él solo de mantener a la familia, mi abuela lo hacía, claro está, por la economía familiar pero a mi abuelo no le hacía gracia que se comentara delante de la gente.
Mi abuela no ha salido de su ciudad nunca, algún año después de nacer nosotros, mis hermanos y yo, se vino de vacaciones en verano durante unos días a la playa pero nada más.
Nunca ha cogido un avión, ni ha salido de España por supuesto.
Luego está la segunda generación de la foto, mi madre.
Mi madre sí estudió, no hizo ninguna carrera universitaria pero sí el bachiller antiguo y luego cuando terminó se puso a trabajar de secretaria que según ella es lo que más le gustaba. Salía del trabajo a las 5 de la tarde y se iba también a dar una vuelta por ahí.
Luego, en uno de los bailes de entonces, conoció a mi padre y tras algo más de 3 años de novios, se casaron.
Fue entonces cuando mi madre tuvo que dejar de trabajar también.
Hablando del tema con ella siempre me ha dicho que dejó de trabajar porque entonces era así, si no el hombre se sentía mal, mi padre fue el que, entre comillas, la obligó a dejarlo, su jefe estaba contento con ella y la ofreció seguir trabajando durante menos horas pero ella prefirió dejarlo, también es cierto que mi padre estaba más o menos bien situado en una empresa de muebles que les permitió comprar un piso pequeño para poder independizarse.
Mi madre nos tuvo a los tres hermanos y se dedicó enteramente a nosotros.
Pudimos irnos de vacaciones todos los veranos a la playa y mis padres también se hicieron algún viajecito que otro fuera de España, aún ahora siguen haciéndolo cuando pueden.
La diferencia de vida entre mi abuela y mi madre ha sido grande en cuestión de que mi madre ha salido más y creo que ha trabajado menos, mi madre sólo se ocupó de nosotros, que ya es bastante y mi abuela se ocupó de sus hijos y tuvo que coser en casa para poder ganar un dinero extra y ayudar así a la economía familiar.
Luego vengo yo, la tercera generación de la foto.
Yo empecé a trabajar con 20 años y gracias a eso me saqué unos estudios y pude empezar a viajar, dentro y fuera de España, algo que siempre me ha encantado y que ahora lo tengo un poco en espera de que mis hijas crezcan para volver a retomarlo.
Ahora las salidas son distintas, con niños es todo más tranquilo, pero cuando ellas puedan seguirnos saldremos a patear sitios que es lo que más nos gusta a su padre y a mí.
Toda esta vista atrás viene porque muchas veces pienso en la evolución de la mujer a lo largo del tiempo.
Yo, trabajo fuera de casa, como el 90% de las féminas de ahora.
Lo de la conciliación laboral y familiar me parece simplemente una utopía.
Echando la vista atrás en estas generaciones anteriores ahora, en estos tiempos que corren donde la mujer va haciendo auténticos logros en su libertad personal, muchas veces me pregunto hasta qué punto hemos ganado con la transformación.
Soy una defensora total de esta libertad personal pero muchas veces me pregunto si definitivamente hemos ganado con el cambio.
Supongo que a las mujeres que no tienen hijos sí las compensa totalmente esa libertad, claro que sí, pero a las que si tenemos seguro que aunque estemos de acuerdo luego la práctica no es tan bonita.
Es más, en lo que a mí respecta puedo decir que luego, la práctica, es muy muy cansada.
Aunque también tengo que decir que mis años de estudio me merecen la pena, a nivel laboral ahora, y que estoy encantada con poder salir todos los días a trabajar y cambiar el chip de mamá de la casa.
Y luego me quedé mirando la foto y pensé... qué vida tendrán mis hijas cuando sean mayores...